Rostros de la urbanización

“Crecí como hija de un militar de la marina estadounidense y me mudé muchas veces. Llegué a Seattle en 2001 par atrabajar en la fundación Bill and Melinda Gates y me enamoré de la ciudad. Me encantan los pequeños barrios que hacen que la ciudad tenga un ambiente de pueblo pequeño. Acogemos a las distintas culturas que llegan a nuestra ciudad mediante la comida, los espectáculos y el arte. Creo que aportan una increíble riqueza a Seattle.

Pronto seré madre soltera y aprecio serlo en una comunidad y cultura que apoya este plan no tradicional. Deseo criar a mi hija aquí, de forma que pueda ir a todos los eventos enriquecedores del centro, crecer en una ciudad y ser parte de una población diversa. Sin embargo, comprarse una casa es más difícil que hace tiempo. Me preocupa que tendré que mudarme a las afueras para poder contar con el espacio que necesito para criar a mi hija y alojar a sus abuelos de vez en cuando. Ese es un punto negativo, pero ahora hay muchas opciones de transporte, como el tren ligero.

También está habiendo muchos cambios en el centro de Seattle. Antes, era complicado encontrar un lugar donde comer cerca de mi trabajo en el centro. Ahora han aparecido edificios por todos lados, hay empleados de Amazon paseando perros y más de 20 food trucks entre los que elegir. No me gusta que, en invierno, nos volvemos mucho más hogareños y adoptamos una actitud del tipo “No acepto ninguna solicitud para nuevos amigos.” Pero, cuando llega el verano, somos justo lo contrario, tan amistosos como si fuéramos del medio oeste o sur. Los residentes de Seattle suelen practicar deportes en solitario, senderismo, bicicleta, kayak y camping. Por lo general, soy una persona a la que le gustan los deportes de equipo, pero he descubierto que me gusta estar conmigo misma más de lo que solía y también ir en grupos pequeños. La tranquilidad de la naturaleza llega muy adentro.”